E! True Hollywood Story: Sebastian

Narrador: En el otoño de 1989, Disney estrenó una película que iba a convertirse en emblema del castillo: “La Sirenita”. El público infantil estaba rugiente, las críticas la amaron, todos estaban hipnotizados por el rojo del cabello de Ariel y su voz hechizante.

Walt Disney (congelado): A pesar de que yo ya estaba en el freezer y los directores fueron Ron Clements y John Musker, ellos me mantuvieron al tanto sobre el récord de taquilla, todos estábamos muy orgullosos de la nueva creación animada.

Narrador: Y efectivamente, la pelirroja de “bajo del mar” fue furor el mismo día del estreno del largometraje.

Ariel (vieja, pasada por agua, con cara de olor a concha): Muchos críticos tuvieron sus prejuicios cuando supieron que el papel protagónico era un híbrido entre dos especies que usaba corpiño, pero pronto tuvieron que callarse la boca: El pez por la boca muere.

Narrador: Tuvieron que retractarse por haber sido tan pesimistas con las expectativas de la película, porque en poco tiempo las mismas hijas de los críticos tenían una goma de borrar de Flounder y el casette del soundtrack.

Flounder (fumándose un Parissiene por la cámara branquial derecha): Todos podían sentirse identificados con alguno de los personajes, la película apelaba a las masas, interpelaba al público como sujeto.

Frozen Walt: La historia se sostuvo por su propia fuerza; dos años antes, en 1987, “Los bañeros más locos del mundo” nos hizo creer que jamás nada en cine nos iba a poder volver a emocionar, y ese mismo año, 1989, “Bañeros 2” confirmó el terror. Pero La Sirenita fue una luz de renacimiento, una esperanza que salió a flote, desde el fondo del océano, a pesar de que los bañeros la hubieran dejado ahogar.

Narrador: Al regreso del corte veremos el impacto del éxito en el elenco y los primeros síntomas de la debacle.

Scuttle (la gaviota, con el pico averiado por la merca de años y las plumas tiesas): Yo creo que nadie sabe qué es lo que hace que un elenco funcione como totalidad. El vínculo que se generó entre los personajes tenía vida propia, era autónomo de las pautas de los directores e incluso de la gesticulación impuesta por los animadores. Cuando terminó el rodaje nadie podía desalojar los camarines, Ariel no se sentía cómoda ni en el agua ni en la tierra, conoció al funcionario público tejano George W. Fish y se alejó de la actuación, tuvo cinco pibes, todos especiales en el peor sentido de la palabra. Y Sebastian quedó roto, era vox populi que estaba profundamente enamorado de ella y que se jugaba una tenaza a que había recurrido Úrsula para que la convirtiera en cangrejo, no en humano, así que fue una gran desilusión.

Narrador: A pesar de que el testimonio de Scuttle ya había perdido autoridad de verdad desde el momento en el que afirmó que las minas se peinan con tenedores, la producción pudo confirmar los datos en los registros de los acontecimientos ocurridos durante el rodaje, documentos confidenciales a los que tuvimos acceso gracias a un arduo trabajo de investigación.

Continuará.